El título de esta entrada tal vez haya dejado a más de uno intrigado y preguntándose de qué va esto. Os cuento: unos días antes de Navidad, a uno de mis mejores amigos le implantaron un Desfibrilador Automático Implantable (DAI). Se trata de un pequeño dispositivo metálico que se coloca debajo de la piel, en la parte superior del pecho del paciente, y se conecta con el corazón mediante unos cables.
El DAI monitoriza permanentemente el corazón y, si en algún momento detecta que empieza a latir mal, libera una serie de impulsos eléctricos indoloros para corregir el ritmo cardíaco. Si esto no da resultado, o se detecta un problema más grave del ritmo cardíaco, el DAI libera una pequeña descarga eléctrica. Si esto no funciona, o detecta un problema muy grave, el dispositivo libera una descarga más potente en el corazón, conocida como desfibrilación. El efecto de la descarga de un DAI es similar a la del desfibrilador externo, cuando se aplican las palas sobre el pecho del paciente, tal y como hemos visto en tantas series médicas de televisión.
Mi amigo puede estar tranquilo. Este dispositivo electrónico que le han puesto es, según la Sociedad Española de Cardiología, “como llevar una unidad de cuidados intensivos cardiológicos dentro de su propio pecho”.
DAI y cocina de inducción
Cuando nos vimos esta Navidad, mi amiga María, su mujer, me comentó que, por recomendación médica, habían tenido que quitar la cocina de inducción de su recién estrenado piso. “¿Sabes por qué?” me preguntó. La verdad es que no tenía ni idea pero le prometí que lo investigaría. Cuando cambié mi cocina no dudé en volver a comprar una vitrocerámica, porque mi maravillosa y carísima batería de cocina AMC no valía para cocinas de inducción, así que no me preocupé en entender su funcionamiento.
Las cocinas de inducción no funcionan como las cocinas clásicas, tanto de gas como vitrocerámicas eléctricas convencionales, que transfieren energía en forma de calor del fogón a la cazuela o sartén. Las cocinas de inducción generan un campo magnético, que por sí mismo no genera calor, pero que en contacto con un recipiente metálico hace que éste se caliente y, por tanto, que caliente los alimentos. Así, cuando una sartén, fabricada especialmente con una base de un material magnético tal como hierro o acero, se coloca en el fogón, una corriente de inducción fluye hacia la base de la sartén. La corriente se transforma en calor que se distribuye por toda la sartén cocinando los alimentos. Una vez que la sartén se retira del fogón, la energía que se le transfiere se detiene.
Por tanto, las cocinas de inducción crean un campo magnético en las proximidades de los fogones. Varias investigaciones demuestran que estos campos magnéticos pueden afectar al funcionamiento de los marcapasos. La recomendación de estos estudios es que se mantenga una distancia mínima de 60 centímetros respecto a la superficie de la cocina de inducción. Así pues, el riesgo de que se produzcan interferencias con el DAI aconseja que los portadores de estos dispositivos eviten el uso de este tipo de cocinas y la conveniencia de sustituirlas por cocinas convencionales.
DAI y móvil
Por lo demás, mi amigo puede manejar sin peligro el resto de electrodomésticos, siempre que tengan una toma de tierra correcta. Sólo hay otro “aparato” con el que tiene que tener un poco de cuidado: el móvil. Debe procurar mantenerlo a una distancia mínima de 15 cm del DAI. Simplemente hablando desde el lado opuesto al de la implantación del DAI se consigue mantener esa distancia. Como el DAI se suele implantar en el lado izquierdo del pecho y mi amigo es diestro, no tendrá ningún problema pues de forma natural hablará desde el lado derecho. La última recomendación es que no guarde el móvil en los bolsillos de la camisa o de la chaqueta que estén sobre el pecho. Así pues, a relajarse y disfrutar.
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