Admiro vuestro trabajo -me dijo el Dalai Lama- pero me parece que estáis muy centrados solo en el estrés, la ansiedad y la depresión. ¿No te has planteado enfocar tus estudios en la amabilidad, la ternura y la compasión?” Richard Davison, doctor en Neuropsicología e investigador en neurociencia afectiva, empezaba así su explicación  sobre por qué dio un giro radical en el foco de sus investigaciones.

“La bondad, la ternura, la amabilidad… potencian la salud del cerebro. (…) Una mente en calma puede producir bienestar en cualquier tipo de situación. Cuando desde la neurociencia me dediqué a investigar las bases de las emociones, me sorprendió observar cómo las estructuras del cerebro pueden cambiar en tan solo dos horas”, defiende Davinson.

Hemos conseguido entrenar la bondad en un entorno científico

“Una de las cosas más importantes que he descubierto es que la bondad se puede entrenar a cualquier edad.  Estimulando la ternura en niños y adolescentes mejoran sus resultados académicos, su bienestar emocional y su salud”.

“La amabilidad, la compasión, la generosidad, la misericordia… pueden aprenderse;  podemos hacerlas aflorar, ya que todos estamos biológicamente preparados para ellas. A veces necesitamos modelos cercanos, una comunidad de personas compasivas, que nos enseñe esa forma de ser y de actuar”.

La contemplación -explica también Davinson- nos dota de recursos para cultivar: la resiliencia (capacidad para recuperarnos rápidamente ante las dificultades, la adversidad y los momentos de dolor), para irradiar  nuestra “bondad básica innata” que tenemos como humanos, para la generosidad (ser generosos activa los circuitos cerebrales del bienestar), y para atender al presente y reducir el ruido mental (la gente que vive en el momento presente muestra también mayores índices de bienestar).

“(…) Hay una diferencia sustancial entre empatía y compasión, afirma. La empatía es la capacidad de comprender y sentir lo que sienten los demás. La compasión es un estadio superior. Es aceptar el compromiso y buscar las herramientas para aliviar el sufrimiento”.

 

La base de un cerebro sano es la bondad

La bondad es cualquier acción voluntaria que ayuda a dar felicidad a la vida del otro. A veces va acompañada de la generosidad, que aparece cuando una persona prefiere reducir su nivel de satisfacción y sus intereses, a cambio de que el otro amplíe los suyos. En personas emocionalmente sanas y maduras, esa generosidad recibida les provoca reconocimiento del bien recibido y gratitud.

La bondad es  lo opuesto a cualquier sentimiento que provoque sufrimiento y dolor. Es lo opuesto a la crueldad (hacer daño para obtener un beneficio), a la maldad (hacer daño, aunque no nos  genere ningún beneficio ni ventaja), la perversidad (cuando se disfruta haciendo daño) y la malicia (desear el mal o el perjuicio para el otro, aunque no se participe directamente en él).

Mujer y felicidad

Una curiosidad. La Oficina del Gabinete japonés señalaba en su Encuesta Nacional sobre las Preferencias en el Estilo de Vida de 2008 que “ser mujer” encabezaba ese año la lista de factores positivos que influían en el grado de felicidad de los japoneses. (Murakami Naohisa  nippon.com). 

* El Dr. Davinson, considerado una de las cien personas más influyentes del mundo según la revista Time, fundó el Centro de Investigación de Mentes Saludables en la Universidad de Wisconsin-Madison. Allí se llevan a cabo investigaciones interdisciplinarias con rigurosidad científica sobre las cualidades positivas de la mente, como la amabilidad y la compasión. Su investigación se centra en las bases neuronales de la emoción y en los métodos para promover desde la ciencia el bienestar humano, incluyendo la meditación y las prácticas contemplativas.

Más información: entrevista de La Vanguardia,  “Informe Mundial de la Felicidad 2015” (ONU) y aquí.