Ayer me quedé muda leyendo una noticia de que un culturista se había casado con una muñeca de silicona sexual en una ceremonia tradicional de su país. El citado señor decía que su ahora esposa (la muñeca) estaba más bella que cuando le pidió la mano, porque se había sometido a una suerte de operaciones. Este hombre se proclamaba felicísimo y loco de amor por ella.
Tuve que leerlo y releerlo varias veces para realmente darme cuenta que no lo estaba soñando, que era verdad, y no pude hacer otra cosa que suspirando en alto decir, ¡Como está el mundo! Y acordarme de lo que siempre dice mi padre – ¡En este mundo hay más locos que cuerdos!
En la gran joya de arte de nuestra literatura, el Quijote, su locura tenía un sentido casi lógico, romántico, pero en la actualidad, yo creo que la realidad si no nos vuelve locas, es porque ya lo estamos, para poder muchas veces asumir y aceptar realmente todo lo que nos rodea.
A veces me sorprende enormemente como todos, incluida yo misma, no queremos ver la verdad de algo, y aunque los términos verdad y mentira son en cierta manera relativos porque dependiendo del prisma con lo que lo miras o cómo quieres verlo lo das por verdad o por mentira, yo sí creo que hay cosas incontestables y reales que no se pueden negar.
Ya llevo años observándolo, pero se va agudizando que, de postulados falsos o por lo menos difícilmente calificados de verdaderos, la gente hace verdades absolutas, sin despeinarse y como, lo que es peor, los demás acabamos pensando que es verdad o por lo menos dudando de si no estaremos equivocados creyendo que es mentira.
El otro día discutía con mi hija porque me enseñó un video que tenía miles de visitas en YouTube, de un chico imitando a una doctora de atención primaria, exagerando evidentemente sus tics hasta extremos insospechados. Cuando lo vi, se me cayó el alma a los pies pensando como una cosa tan absurda, tan tonta y ridícula, estuviera encumbrando a este chico a los anales de los primeros puestos de YouTube. Le empecé a decir que así va a acabar su generación, viendo ese tipo de vídeos. Y, la verdad, es que me fui al extremo diciendo que si esa es la generación del mañana que íbamos a poder esperar de ellos. En fin, le di un mitin maternal a las 8 de la mañana que sirvió para acabáramos discutiendo. Ella me argumentaba que ver y reírse con este tipo de cosas no obviaba su interés por otras mucho menos mundanas y absurdas, pero que eso también formaba parte de su vida y su generación, y me soltó tal retahíla que llegó un momento que no sabía, como reza el título de esta entrada, si esa verdad me estaba volviendo loca o mi locura, que creo que la tengo en parte, me estaba haciendo ver así las cosas.
Desde luego lo que sí que creo es que ahora la gente aprende muchísimo sobre todo audiovisualmente, que es lo que prima, pero de lo que no estoy tan segura es si ese aprendizaje es el aprendizaje adecuado para el desarrollo de las personas de la forma más equilibrada posible, pero entonces también me planteo que entiendo con estar equilibrado o no equilibrado. Que te hace estar cuerdo o volverte loco, cuestión que ya se ha planteado durante mucho tiempo en el estudio del Quijote.
En este estado de cosas y llegados a esta situación, solo me queda intentar minimizar aquello que me parece horrible o impresentable para que no me afecte tanto y darle una cierta importancia, ni siquiera me atrevo a decir la importancia que se merece, porque ¿Qué importancia se merecen las cosas o ciertas cosas?
Pero si muchos de nosotros acabamos tirando la toalla e, incluso como supervivencia, minimizando y relativizando lo que vemos, lo que vivimos, lo que nos parece claramente mentira. Si mucha de la gente que por su experiencia y su conocimiento acaba pasando como pasan muchos, en miles de cosas, muchas cosas se empezarán a deteriorar o seguirán deteriorándose cada vez más y la gente y las cosas que realmente valen la pena quedarán escondidas bajo ese trapo opaco bajo el que a veces se ocultan las verdades.
¿No será quizá lo más adecuado mantener un cierto punto de locura para poder ver la verdad entre tanta maleza? Parafraseando la canción de José Luis Perales “Le llamaban loca” Estribillo: “Y los muchas del barrio le llamaban loca y unos hombres vistiendo de blanco le dijeron ven y ella gritó no señor, ya lo ven yo no estoy loca, estuve loca ayer, pero fue por amor …”.
Por amor, pero por amor al arte, intentemos seguir viendo la verdad, locas o cuerdas, pero la verdad.
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