Creo que he contado repetidas veces que varias de mis mejores amigas se dedican a la enseñanza. Puede que sea por eso o porque era la profesión de mis abuelos maternos, a los que adoraba, que siempre he sentido un profundo respeto y admiración hacia quienes se dedican a esta admirable labor. Y mucho más en estos tiempos de pandemia.
Al comienzo de las vacaciones de Navidad, una de mis amigas “profes” me envió un escrito que el colegio en el que trabaja había enviado a todo el profesorado. Me gustó tanto que le pedí permiso para reproducirlo en nuestra revista con el objetivo de darle difusión; merece la pena. Aunque se refiere al primer trimestre, mucho me temo que se podrá aplicar al resto del curso. Aquí os lo dejo:
“Que sí, que te lo has ganado.
Que llevas un trimestre más estres@do de lo normal y con un agotamiento que no entendías de donde venía. Y venía de tu sobreesfuerzo diario.
De la incertidumbre de inicio de curso, cuando todos daban los colegios por cerrados la tercera semana de septiembre y nadie daba un duro por la escuela.
De limpiar a conciencia cada mesa, cada silla, cada cosa que tocabas y cumplir a rajatabla los protocolos para que pudiésemos llegar abiertos hasta hoy.
De exigirte dar clase cumpliendo con lo programado como si los tiempos que vivimos fuesen los de un curso normal, cuando no lo son.
De forzar la garganta en clase hablando más alto de lo normal por la mascarilla.
De atender a tus estudiantes y ser cercan@ y human@ sin poder tocarlos ni tocar su material.
De intentar hacer que tus alumnos tuviesen días más amenos (que bastante tienen ellos también) inventando juegos y actividades grupales pero desde el sitio y manteniendo la distancia.
De dar clase simultánea a los que tienes en clase y a los que están confinados en casa y atenderlos del mejor modo que puedes y la tecnología te permite.
De sentir miedo con cada confinamiento de un alumno o un docente.
De sentirte expuest@ y sentir que ir a ver a tus familiares es ponerlos en riesgo por trabajar en un centro con tanta gente. De sentirte hasta culpable.
Y también de lo que es intrínseco de cada curso, preparar clases, corregir, evaluar, tener sesiones interminables de evaluaciones.
Tienes mérito, mucho mérito.
Y solo queremos darte nuestra enhorabuena por este trimestre y recordarte que sí, que te mereces estas vacaciones.
Descansa y ¡Feliz Navidad!
Nos vemos en enero.”
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