Estando ya a las puertas de este especialmente controvertido día de la mujer, antes llamado día de la mujer trabajadora, – a mí me gusta mucho más día de la mujer, porque trabajadora lo doy por supuesto, sirva esta entrada, como homenaje y reconocimiento a todo lo que es y supone ser una mujer.
Decir mujer evoca tanto y engloba tanto que, con la simple mención de la palabra, en alto o en bajo, bastaría. Simplemente pensando en cualquier mujer no habría que decir nada más. Pero este año especial y tristemente marcado por la pandemia del Covid la palabra mujer, si cabe, significa todavía más.
Por ser mujer sabemos que nos está afectando mucho más la situación de paro y pobreza consecuencia de la pandemia. Por ser mujer vivimos agobiadas pensando que nuestro contagio no es tanto un problema para nosotras, que también lo es, sino que nos angustia pensar que podamos contagiar a nuestros padres, a los que atendemos, a nuestros hijos, a todos los que cuidamos o intentamos proteger, unas veces con más acierto que otras, y unas veces también con más paciencia que otras. Por ser mujer no podemos sacar de nuestra cabeza que puede pasar si nos contagiamos, porque no podremos hacer todo lo que nos parece que debemos hacer o todo lo que queremos y nos queda por hacer. Por ser mujer hemos sufrido más la reclusión en los hogares en aquellos casos de esas mujeres que han tenido que compartir casa con quienes las agreden, las ningunean, las controlan o minusvaloran. Por ser mujer hemos tenido que parecer inquebrantables y no derrumbarnos cuando nos han fallado miles de veces las fuerzas. Por ser mujer hemos intentando dar lo mejor de nosotras y que no se nos notara lo peor, que también lo tenemos.
Pero como esta entrada queremos que sea una especie de alegoría, aunque suene cursi (me gusta más que la palabra alegato) de todo lo estupendo que supone ser mujer, también por ser mujer hemos estado al pie del cañón todo este año, por ser mujer hemos seguido atendiendo a padres y a hijos, por ser mujer hemos seguido trabajando en casa y ayudando con los deberes a nuestros hijos, por ser mujer hemos seguido trayendo hijos al mundo y haciendo que la humanidad no se acabe, por ser mujer hemos encontrado la forma de seguir disfrutando y viendo a nuestras amigas, aunque fuera digitalmente y nos hemos reído, incluso emborrachado con tres copas de vino, mientras nos contábamos lo acontecido en nuestra casi nunca monótona vida, aunque parezca que siempre hacemos lo mismo. Por ser mujer, hemos compartido la tristeza de amigas y conocidas al perder a sus padres, sus parejas, sus amigas, e incluso hemos llorado por todas las situaciones y enfermedades que han pasado los demás, poniéndonos con empatía en su lugar y sabiendo que cualquier enfermedad en esta época de pandemia se convierte en algo mucho peor y más complicado.
Por ser mujer hemos seguido acompañando a nuestro hijos y ayudando en lo que hemos podido para ver si no engrosaban la larga y penosa lista de jóvenes desempleados, por ser mujer hemos llevado a nuestros hijos incluso a veces a la universidad para que no tuvieran que coger el metro, intentando evitar su contagio, por ser mujer les hemos perseguido hasta la saciedad para que no se juntaran con muchas personas o no disfrutaran de esos ratos de ocio prohibidos que entendíamos podían causar tantos perjuicios, haciendo casi de psicólogas y sabiendo que perder un año cuando tienes 18, 19 o 20 años es para ellos como si perdieran diez.
Por ser mujer nos hemos levantado cada nuevo día pensando que podíamos hacer para superar esto lo antes y de la mejor manera posible. Por ser mujer, hemos seguido dando mil vueltas a nuestra cabeza imaginando como podíamos reinventarnos y salir adelante, con todo ese equipaje que nosotras mismas y la sociedad nos pone encima y que intentamos coger y llevar de la mejor manera posible o sobre el que nos revelamos porque no sabemos porque nos lo han puesto.
Por ser mujer hemos seguido, nada más y nada menos, que ahí donde sabemos que debemos y tenemos que estar, pero sobre todo donde queremos estar.
Eso y más es ser mujer. Nunca tan pocas letras han significado tanto.
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