En este momento en el que todos nos vemos inmersos, de una u otra manera en el mundo académico, con la selectividad, los fines de curso en las diferentes etapas educativas, graduaciones universitarias y elecciones de colegio para nuestros hijos he estado pensando y observando mucho a todos los que se dedican a la función docente y, desde esta reflexión profunda, no podía dejar de escribir este post..

 

Quiero dar desde aquí, como alumna que he sido y sigo siendo, porque nunca debemos de dejar de aprender y madre de alumnos, amiga de madres y padres de alumnos, de profesores, coordinadores, catedráticos, directores …. Las gracias a todas aquellas profesoras y profesores que me han enseñado, formado, ayudado, sacado lo mejor de mí, orientado y sobre todo acompañado y entendido en mi proceso educativo y también como madre de alumnos que soy, a aquellos de los que verdaderamente he aprendido en todos los sentidos.

 

Estoy hablando de todos aquellos que siempre han tratado de no cometer injusticias y errores que han puesto esfuerzo para dar a cada uno lo que necesitaba y que han hecho que el aprendizaje y el crecer haya sido un camino no exento de dificultades, pero bonito.

 

También quiero agradecer especialmente la labor de todos los profesores y profesoras que como padres nos están siempre acompañando en el difícil camino que es educar a nuestros hijos tendiendo siempre la mano, allanándonos el camino y estando a nuestro lado para sacar lo mejor de ellos tanto en su proceso de aprendizaje como en toda su formación integral, entendiéndoles y entendiéndonos haciendo en cada momento que la vida de ambos sea más fácil.

 

No quiero finalizar  sin decir también que no les doy las gracias, pero gracias a aquellos otros profesores y maestros, los menos la verdad, que unas veces directamente y otras bajo la apariencia de que te estaban ayudando solo han sabido o han querido menoscabarte, sacar lo peor de ti, hacer que odiaras los estudios y hacer que tu vida como alumno o como padre haya sido una pesadilla, he podido adquirir y transmitir a mis hijos fortaleza interior, confianza en nosotros, afianzamiento de nuestras capacidades, toma de decisiones que, aunque a priori no hubiéramos querido tomar, al final nos han beneficiado, nos han curtido en la batalla y han hecho que admiremos y reconozcamos aún más a los que verdaderamente la palabra maestro y profesor se les ajusta como un guante.

No olvidemos que el hábito no hace al monje.