Aunque llevo viviendo en Madrid desde hace más de treinta años, hasta el pasado fin de semana no había visitado el Palacio Real. No por falta de ganas sino porque cada vez que intentaba ir, las colas para acceder me hacían desistir y acababa perdiéndome por cualquier recoveco del Madrid de los Austrias. Pero gracias a que Patrimonio Nacional ha abierto una web para comprar las entradas por Internet he conseguido finalmente cumplir mi propósito.

No sé si en primavera o verano será más complicado pero en invierno puedes comprar las entradas de un día para otro. Mi recomendación es que compréis la entrada al Palacio Real junto con la entrada a la Real Cocina de Palacio, que realmente merece la pena visitar no en vano son las cocinas más antiguas de todos los palacios reales de Europa. Lo comento porque, para comprar la entrada conjunta, hay que hacerlo accediendo a la compra de entradas para la Real Cocina . Tened en cuenta que la hora que selecciones al comprar la entrada corresponde a la hora de visita de la Real Cocina. Por ello deberás estar cinco minutos antes en el punto de encuentro que está situado antes de la entrada a las taquillas.

La Real Cocina

La visita a la Real Cocina no es guiada, es acompañada, es decir, varias personas llevan al grupo desde el punto de encuentro hasta las dependencias de la Real Cocina y lo devuelven al finalizar la visita. Aunque te dan un folleto para que te ilustres un poco sobre lo que vas a ver, mi recomendación es que os preparéis la visita con antelación para sacarle mayor partido. La visita tiene muchas curiosidades que si no estás al tanto, se te pasarán por alto.

La Real Cocina ocupa un ala del primer sótano en el Palacio Real y conserva sus instalaciones históricas, proyectadas por el arquitecto Juan Bautista Sachetti en 1737, que fueron renovadas en gran parte entre 1861 y 1880 por voluntad de los reyes Isabel II y Alfonso XII. Han funcionado ininterrumpidamente tres siglos aunque durante la República fue la última vez en que se cocinaba a diario. Desde entonces, estas dependencias, que ahora ocupan 800 metros cuadrados de exhibición, servían de apoyo para los actos oficiales en Palacio. La última vez que se utilizaron fue durante la boda del entonces príncipe Felipe y la princesa Letizia, hoy reyes de España.

Durante la visita se van recorriendo las distintas dependencias, perfectamente equipadas con utensilios y menaje de todo tipo y de varias épocas. Porque no solo se muestran los fogones, hornos, pilas o lavaderos, sino que se pueden ver perolas de todo tipo, descorchadores, estuches para llevar los alimentos, utensilios para el asado… También, como curiosidad, se exhiben los menús elaborados para algunos grandes acontecimientos reales como el menú de la boda de los actuales Reyes de España. Los menús más antiguos están en francés (una de las cosas que más me han llamado la atención del Palacio Real es la influencia francesa que se hace omnipresente en toda la visita). Menos mal que Alfonso XIII desterró progresivamente la moda afrancesada y mandó escribir los menús en castellano además de ordenar introducir en las comidas platos como el gazpacho, el pisto, el cocido o la paella.

A pesar de que las cocinas se mantenían en perfectas condiciones, las instalaciones se dejaron de utilizar por razones prácticas ya que están lejos del comedor real, de hecho se ha hecho famosa la frase del rey Alfonso XIII cuando estaba en el exilio: “por fin ya puedo comer caliente.” Al parecer antes del exilio también decía siempre “yo sólo como caliente cuando viajo y como en los hoteles”.

Palacio Real

Tras la visita a la Real Cocina comenzamos la del Palacio Real. Existe la posibilidad de realizar la visita guiada pagando un suplemento de 4 € por persona. La particularidad es que sólo se puede contratar en taquillas el mismo día de la visita. Siempre recomiendo hacer visitas guiadas pero en este caso además, me parece realmente barata. La guía que nos tocó a nosotros, muy amena y didáctica, nos hizo un recorrido de una hora y media por las principales estancias y salones del palacio mezclando la historia y el arte con anécdotas y detalles curiosos.

El Palacio Real fue mandado construir por Felipe V en 1735 sobre las ruinas del Antiguo Alcázar tras sufrir un incendio en el año 1734. Felipe V, nieto del rey francés Luis XIV y primer Borbón de la monarquía española, determina construir el nuevo Palacio Real sobre el Antiguo Alcázar, residencia de los monarcas de la Casa de Austria, como símbolo dinástico y de continuidad de la Monarquía Española con la Casa de Borbón. A pesar de este deseo de continuidad, la influencia francesa en todo el Palacio es innegable.

Aunque los actuales Reyes de España no viven allí, el Palacio Real es su residencia oficial y, por tanto, se utiliza para recepciones, ceremonias y actos oficiales.

Todos los salones del Palacio Real son impresionantes y están muy bien conservados. Cada uno de ellos tiene su propio estilo dentro de la grandiosidad que domina todo el palacio. Aunque si tuviera que quedarme con uno, elegiría el Salón de Gasparini, diseñado por Matías Gasparini, por la espectacularidad de su decoración de estilo rococó. En este salón, antigua cámara de Carlos III, era donde el monarca se vestía en presencia de la corte, según la costumbre de la época. Me impresionó el lujo del Comedor de Gala con la mesa “vestida” para setenta comensales (aunque pueden llegar a ser ciento veinte) y la majestuosidad del Salón del Trono.

Al final de la visita todos los integrantes del grupo comentamos que nos había sorprendido, por no esperada, la espectacularidad del Palacio. No fuimos los primeros, la historia cuenta que Napoleón, en su visita al Palacio Real, dijo al futuro José I: ‘Aquí en Madrid Vos, hermano mío, vais a estar mejor hospedado que yo’.