Una de las cosas que más me gusta de vivir en Madrid es que está estratégicamente situada en el centro geográfico de España. Esto permite hacer escapadas de fin de semana a casi cualquier rincón de la península, sin que suponga un palizón de muerte. Pues bien, nuestra última escapada ha sido a tres lugares: Tordesillas, Zamora y León, que no tienen la fama que se merecen si tenemos en cuenta su enorme riqueza cultural y gastronómica.

Preparando el viaje

Antes de salir, hicimos reserva para dormir en Zamora la noche del viernes y para las visitas guiadas en Zamora y León. Siempre acostumbramos a hacer visitas guiadas, porque es la mejor forma de conocer los sitios a los que vamos. Es más, planificamos nuestros viajes en función de esas visitas, y es que no tiene nada que ver visitar cualquier lugar de la mano de un experto a hacerlo por tu cuenta y riesgo.

Tordesillas

La primera parada de nuestro viaje fue en Tordesillas. Desde Madrid, si no hay atasco, puedes llegar en dos horas. Como salimos a media mañana llegamos a comer al restaurante Figón en el que comimos bastante bien a un precio muy razonable. Pero lo mejor es que está muy bien situado para hacer un recorrido por el pueblo y visitar la Plaza Mayor, las Casas del Tratado, donde se firmó el famoso Tratado de Tordesillas el 7 de junio de 1494, así como la joya de la villa: El Real Monasterio de Santa Clara. Merece la pena hacer una excursión a Tordesillas solo por visitar este monumento que pertenece a Patrimonio Nacional. Se trata de un palacio construido por Alfonso XI en el siglo XIV, que fue convertido en monasterio por Pedro I tras solo 23 años de uso como palacio. La entrada, que cuesta 6€, incluye una visita guiada de aproximadamente una hora de duración. Aún viven monjas de clausura en él, aunque solo quedan ocho. Antes o después de la visita, se puede aprovechar para comprar unos dulces riquísimos, que  ellas mismas elaboran y venden a través de un torno.

Zamora

Finalizada la visita, nos fuimos a Zamora que está a escasos 70 Km. Llegamos directamente al hotel Ares situado frente a las murallas de la ciudad a cinco minutos andando de la Plaza Mayor. Aunque cuando hicimos la reserva estuvimos dudando si ir al Parador, finalmente nos decantamos por este hotel considerando las magníficas puntuaciones que tiene en Booking que no dudo en corroborar.

Desde el primer momento el hotel Ares sorprende por su calidez, la amabilidad del personal y el gusto con el que está decorado. Las habitaciones son prácticas y funcionales; no les sobra ni les falta nada. El baño tiene accesorios propios de un hotel de mucha más categoría; como ejemplo además de los juegos de toallas incluyen albornoces. Por si fuera poco, el desayuno es un lujo; desde que entras en la sala decorada con un gusto exquisito y con un menaje precioso; todas las mesas con servicios de desayuno diferentes y a ello hay que sumar el surtido de frutas, embutidos, quesos, panes, bollería, mermeladas, cereales, etc. que junto con el revuelto de huevos y bacon, la tortilla de patatas, el tomate rallado y el café expresso componen un desayuno digno de un hotel de cinco estrellas. Y es que el hotel Ares sólo tiene tres estrellas pero es mucho mejor que muchos hoteles de cuatro estrellas en los que me he hospedado. Dos curiosidades más del hotel: al lado de la recepción tienen una tienda-exposición en la que venden replicas del menaje que has estado disfrutando durante la estancia, tanto toallas como platos, tazas, bandejas, etc. y por último; es un hotel llevado enteramente por mujeres a quienes aprovecho para dar mi enhorabuena porque de verdad que han conseguido crear un lugar al que sin duda quieres volver.

Volviendo a la noche del viernes, una vez hecho el registro en hotel nos fuimos a tomar unas tapas por el casco antiguo a un par de bares que nos habían recomendado: Los Caprichos de Meneses y Lasal. Los dos nos encantaron porque, además de las riquísimas tapas y el fabuloso vino de Toro que aprovechamos para degustar, los precios nos parecieron imbatibles. Como ejemplo: tres tapas ricas, ricas y cuatro vinos nos costaron 11,5€ en el Meneses.

Acabamos la noche tomando una copa en un sitio precioso y con muy buen ambiente: el Gran Café Jalisco, junto a la Plaza Mayor. Muy recomendable también.

A la mañana siguiente y después de un opíparo desayuno, nos fuimos a la Plaza Viriato, al lado de la Plaza Mayor, que era el punto de encuentro de la visita guiada. La visita, organizada por la Asociación Zamorana de Guías de Turismo, hace un recorrido por los principales monumentos del casco histórico, que son muchos, no en vano Zamora es conocida como la Ciudad del Románico. Si decidís ir a Zamora os recomiendo hacer esta visita que sale todos los días a las 11:00 de la mañana de la Plaza Viriato, no es necesario contratarla con antelación; se le paga al guía los 8€ que cuesta y punto. El problema de no hacer reservas con antelación es que no controlan el tamaño del grupo y puede ocurrir que sea excesivo como el día que la hicimos nosotros, que éramos más de 80 personas… Aun así fue muy interesante, aunque duró casi tres horas en lugar de las dos horas previstas.

Después de la visita guiada le dimos de nuevo una oportunidad al fabuloso tapeo zamorano y nos “fuimos de setas” como reza el slogan del concurso de tapas con setas que tiene lugar en Zamora del 15 de noviembre al 1 de diciembre. En el restaurante Ágape, en la Plaza Mayor, tomamos la exquisita tapa del concurso y media ración de quesos de la tierra con un fabuloso vino de Toro como colofón a nuestra estancia zamorana.

León

Tras la sobremesa pusimos rumbo a León que está a menos de hora y media en coche. Llegamos a media tarde a casa de mis tíos que fueron unos anfitriones de lujo y a los que quiero agradecer su exquisita atención en todo momento.

Para empezar, sabedores de lo que nos gusta el buen tapeo, nos llevaron a dar una vuelta por el Barrio Romántico ¡Qué maravilla¡ Se trata de un barrio del casco histórico de calles estrellas y plazuelas muy coquetas, en el que se encuentran monumentos tan impresionantes como la Basílica de San Isidoro, la Casa Botines o la magnífica Catedral. Además cuenta con montones de establecimientos con mucho encanto. Y si en Zamora las tapas son baratas, en León las regalan, así de claro. Cuando pides las consumiciones te preguntan que tapa quieres y te las sirven gratis como acompañamiento de la bebida. Estuvimos en tres sitios pero solo recuerdo el nombre de uno: La Ribera, muy recomendable por cierto. Es lo que tiene el dejarse llevar…

Al día siguiente, después de un desayuno doméstico de diez, nos fuimos hacia la Plaza de Regla que es el lugar de comienzo de la visita guiada que habíamos contratado: “León Imprescindible” que incluye la Catedral más el Casco Antiguo. Tiene una duración de dos horas y media y no permite grupos de más de 30 personas.

No hace falta decir que lo que más nos impresionó de la visita fue la Catedral de Santa María de León, conocida con el sobrenombre de Pulchra leonina, que significa Bella Leonesa. Por muchas veces que haya estado, cada vez que accedo a su interior, me siento sobrecogida por la magnitud y belleza de sus vidrieras que no son comparables a las de ninguna otra catedral en las que he estado. A pesar de su magnificencia y de ser el primer monumento declarado en España en1844 aún no es Patrimonio de la Humanidad. Después de la visita a la Catedral, seguimos el recorrido por el Barrio Romántico visitando otras joyas de León como la Basílica de San Isidoro y la muralla. Posteriormente fuimos a otro de los barrios más famosos de León: el Barrio Húmedo. Allí visitamos la Plaza de San Martín, la Plaza Mayor y, ya acompañados de la familia, la Plaza del Grano. Todas ellas absolutamente recomendables.

Como estábamos en el Barrio Húmedo, el barrio castizo por excelencia, no pudimos resistirnos a probar el tapeo en esa zona, aunque después acabáramos en el bar del Hotel Camarote nuevamente en el Barrio Romántico. Luego nos llevaron a comer fuera del casco viejo a un fabuloso restaurante de los de mesa y mantel, que agradecimos enormemente pues estábamos agotados. Con esto dimos por finalizada nuestra visita cultural y gastronómica a la ciudad de León.

Nos han quedado muchas cosas por ver, como el Museo de San Isidoro, el de la Catedral o el Hostal de San Marcos (actualmente cerrado por reformas) y probar (al barrio húmedo le tenemos que dar otra oportunidad), así que no descartamos volver en cuanto temple un poco el tiempo. Imagino que entonces León estará llena de peregrinos del Camino de Santiago que tienen que flipar con la oferta histórico-artística y gastronómica de la ciudad.