Os quiero recomendar un viaje que hemos hecho un grupo de amigos a la comarca de las cinco villas (Sos del Rey Católico, Tauste, Sádaba, Ejea de los Caballeros y Uncastillo), situada en el extremo noroccidental de Zaragoza.

La comarca de las cinco villas es una zona, como casi todas las de España, con una riqueza patrimonial enorme donde podemos palpar la huella de los diferentes moradores que han pasado por ella. La huella de la Edad Media es quizá la más profunda con toda la austeridad y la belleza del románico en un período que va desde el S XI hasta el XIII, con presencia también del estilo gótico y, en menor medida, el mudéjar, el renacimiento y el barroco. Al final un verdadero viaje por la historia y por el tiempo.

Es un viaje  bonito, que merece la pena hacer. Como en la mayor parte de nuestra querida España, en esta zona encontramos en perfecta armonía la cultura, la gastronómía, el paisaje, las gentes, en fin, una delicia, en este caso, compartida con amigos.

El viaje ha durado tres días y aunque un viaje tan breve no permite ver todo con el detalle que nos gustaría, fue suficiente para  hacerte una idea y admirar lo mejor y más representativo de la zona.

El tiempo ha sido plenamente invernal, pero hay que reconocer que el otoño deja unos paisajes naturales preciosos, con esos colores verdes, amarillos y ocres y esa  luz un poco decadente que también resalta la belleza de  paisajes y edificaciones.

La primera parada la hicimos en Calatayud donde nos tomamos un café en Posada la Dolores, un sitio típico de esta ciudad haciendo honor a la canción, acompañado de unas rosquillas, que a mí  me parecieron buenísimas, aunque he de reconocer que luego estuve toda la tarde intentando digerirlas. En Calatayud dimos una vuelta rápida para hacernos un poco idea del mudéjar de la ciudad y enseguida retomamos el camino.

Tauste 

A continuación, hicimos una parada en la primera de las cinco villas, Tauste que, en principio, quizá es la villa menos atractiva, aunque tampoco me atrevo mucho a calificarla porque pasamos muy poco tiempo en ella.

Sádaba

Después volvimos a coger el coche para llegar a la segunda de las cinco villas Sádaba. En Sádaba comimos en el restaurante Encantaria que es un lugar agradable pero seguramente más adecuado para el verano, porque tenía un jardín bastante bonito. Tomamos el menú del día con unas raciones generosas y una mezcla de sabores que a unos nos gustaron más y a otros menos. Una comida generosa con un precio ajustado. Con el estómago lleno, en la amplia extensión de la palabra, y deprisa y corriendo nos fuimos a visitar su monumento más representativo, su castillo del siglo XIII situado sobre un montículo. Debido a la hora a la que llegamos, eran casi las 6 de la tarde, casi anocheciendo, con un frio y un viento considerable nos pudimos hacer una idea de las penurias de sus habitantes en los tiempos de asedio. Cuando observo estos monumentos siempre pienso lo bien que pensaban nuestros antepasados para construir semejantes fortalezas.

Una chica muy simpática y con vastos conocimientos de la historia del mismo, nos estuvo explicando de manera detallada la vida en aquella época, como se defendían frente a los asedios y como eran sus estancias. La visita merece la pena, y el castillo ha es considerado bien de interés cultural de Aragón.

Sos del Rey Católico

A continuación, volvimos a tomar la carretera para llegar a Sos del Rey Católico, desde mi punto de vista la más bonita de las cinco villas, hospedándonos en el parador, que, como la mayor parte de nuestros paradores, suelen ser sitios bastante agradables para pasar un par de días. El parador de Sos se encuentra en lo alto de la montaña, muy bien incardinado en el conjunto de la villa, Sos es una villa en la que habitualmente viven solo 500 habitantes, pero tiene un entorno de casas y monumentos muy arreglados y protegidos. Toda ella es monumento histórico artístico. Desde las ventanas del parador o su terraza en alto se pueden ver las pedregosas montañas aragonesas y parte del municipio porque el parador está situado en el centro de la localidad.

Esa noche cenamos en el mismo parador. He de reconocer que a mí en los paradores lo que me suele gustar más es el desayuno, En cuanto a las habitaciones me gustaron porque la cama era bastante grande y cómoda y el baño era de un tamaño bastante aceptable. Lo que sí que me pareció es que por su ubicación y por el tipo de villa que es Sos no es el lugar idóneo para gente con movilidad reducida.

Antes de cenar dimos una vuelta por la villa, un lugar de calles laberínticas, empinadas y todas de piedra que nos pareció realmente bonito, pero en la que no vimos casi a ningún alma, reflejo de la triste e injusta España vaciada.

Al día siguiente visita guiada a Sos. En mi opinión la visita guiada es imprescindible para ver cosas que de otra forma no verías con ese nivel de detalle, como el palacio de Sada, que es la casa donde nació Fernando el Católico, la cripta, una verdadera joya donde se conservan razonablemente las pinturas originales y un cristo románico difícil de ver en otros lugares, la iglesia de San Esteban, con la pila donde fue bautizado el rey Fernando, la lonja, la judería.

Uncastillo

A continuación, cogimos nuevamente el coche para ir a la tercera villa, Uncastillo. El día era lluvioso y frio, caía un agua nieve desagradable, pero nos pareció un lugar precioso. Con esas calles empedradas y esas casas cerradas pero cuidadas. Comimos en un sitio fabuloso con lleno absoluto, una comida deliciosa, restaurante Uncastello, que va a durar ya poco porque está en venta. Atendido estupendamente y con una comida muy sabrosa. Al finalizar visitamos una de las iglesias y paseamos un poco, intentando bajar la contundente comida.

Ejea de los Caballeros

Desde allí fuimos a Ejea de los Caballeros, la villa más grande de las cinco de la comarca, con mucha actividad comercial y un número mucho mayor de habitantes. Paseamos y vimos algunas iglesias, para volver a última hora a Sos a cenar en un sitio muy agradable también, de cocina a la brasa, llamado la Cocina del Principal.

Leyre

Al día siguiente desayuno en parador y ruta hacia el monasterio de Leyre, ya en Navarra, en un día más templado pero desapacible. Un bello lugar que merece la pena conocer tanto por el monasterio como por su entorno muy visitado por los enamorados de las rutas de montaña.

Tafalla

Rematamos con una suculenta comida en Tafalla, en el restaurante Tubal, una comida realmente deliciosa muy bien presentada y mejor cocinada, pero de este os hablaré en otra entrada. Después carretera y manta para llegar a tomar un café al parador de Olite, un pequeño paseo para bajar la deliciosa comida. Olite, por cierto, un lugar muy bonito que necesitaba mucho más tiempo para visitarlo y luego vuelta a Madrid sin prisa, pero sin pausa, para que no nos pillara la nieve que al final no cayó.

Un viaje muy recomendable para realizar en cualquier época del año. Una zona llena de historia, monumentos, arte y un paraje envidiables.