Flora Célestine Thérèse Henriette Tristán y Moscoso Lesnais fue una de las primeras feministas y una socialista utópica francesa de origen peruano. A ella se debe la consigna  ¡Proletarios del mundo, uníos!

Nació en París en 1803. Su padre, Mariano de Tristán y Moscoso, fue un aristócrata y coronel peruano, miembro de la Armada Española, nacido en Arequipa (Virreinato del Perú).  Su madre, Thérèse Lesnais, era una francesa que, escapando de la Revolución Francesa, emigró a Bilbao. La pareja contrajo matrimonio ante un sacerdote, pero  la ceremonia religiosa no tenía validez legal para las autoridades francesas. El nuevo Código Civil de 1804 de Napoleón, que reemplazó a las leyes de la Revolución, además de ratificar la autoridad del hombre sobre su esposa e hijos,  restringía el divorcio y no  reconocía a los hijos ilegítimos.

Hija natural

A pesar de que su padre no llegó a  registrarla y a reconocerla  legalmente como hija suya, Flora tuvo una infancia  feliz, y llena de cariño y comodidades. Personalidades como Simón Bolívar, el naturalista Aimé Bonpland y el escritor y filósofo Simón Rodríguez, apodado Samuel Robinson, entre otros, eran asiduos de su casa. Pero a los 5 años  su padre murió y con él desapareció toda la bonanza económica. No haber sido reconocida legalmente le impidió heredar su fortuna y la condenó a la miseria.

Dos años después  su madre decide trasladarse a París, donde vivirán en condiciones muy precarias.  A los 16 años Flora comienza a trabajar como obrera en un taller de litografía. Un año después se casa “por necesidad e interés” con el dueño del taller,  André Chazal. En los 4 años siguientes tiene tres hijos. La tercera, Aline, será años después la madre del pintor posimpresionista Paul Gauguin.

Maltratada y separada

El matrimonio no fue feliz. Flora sufrió malos tratos físicos y psíquicos por parte de su marido,  a causa sobre todo de sus celos. Harta de abusos, a los 22 años, y a pesar de tenerlo todo en contra, huye del hogar llevándose a sus hijos. Su condición de hija bastarda y de esposa separada la condujo a la marginación social y a ser una “paria”, como ella misma se definió.  Haciéndose pasar por viuda, trabajará en una confitería. Luego, como ama de llaves de una familia inglesa, con quienes, entre 1826 y 1828, recorrió Suiza, Alemania, Italia e Inglaterra. Se empapa del pensamiento de Mary Wollstonecraft (Vindicación de los derechos de la mujer), Saint Simon,  Charles Fourier, George Sand… seudónimo de otra mujer que también reclamaba libertad.

Aunque su marido siguió acosándola, finalmente llegaron a un acuerdo judicial. Él se quedaba con la custodia del hijo varón, mientras que Flora se quedaba con la niña. Su tercer hijo ya había muerto. Pero Flora desconfía de su marido y decide huir de París, sin destino ni residencia fija.

Su amarga experiencia la llevó a rechazar y a atacar la institución del matrimonio, “una institución contra natura”, por considerarlo un medio de opresión contra las mujeres. «Es el único infierno que reconozco».

En Perú

Consigue contactar con su tío Juan Pío Tristán y Moscoso, que vivía en Perú. Durante cinco años este le envió dinero para que pudiera salir adelante. Gracias a un  primo, Pedro Mariano de Goyeneche,  viaja a Perú, para luchar por su herencia, y poder ser una mujer libre e independiente. “… Resolví ir al Perú y refugiarme en el seno de mi familia paterna, con la esperanza de encontrar allí una posición que me hiciese entrar de nuevo en la sociedad.

El mismo día en que cumplía 30 años, se embarca en Le Mexican. La travesía dura cinco meses. En Arequipa, reclama a su tío su herencia paterna, pero al no haber ningún documento oficial que acreditara que era hija legítima de su hermano Mariano, no podía dársela. Le concede, sin embargo, una pensión mensual.

Permanece en Lima varios meses. Allí fue testigo de la crisis política y la guerra civil entre los partidarios de Agustín Gamarra y los de Luis de Orbegoso (1833-34).    Escribió un diario de viaje sobre sus experiencias en el Perú, Pérégrinations d’une paria (Peregrinaciones de una paria), publicado en 1838. Entre otros temas, denuncia las distintas manifestaciones de exclusión social de la sociedad de Arequipa.

Pionera del feminismo

Para regresar a Europa,  se embarca con destino a Liverpool (Reino Unido).  En Londres,  consigue penetrar en la cámara de los lores disfrazada de hombre.  Y observa de primera mano las duras condiciones de vida de los obreros y de los niños trabajadores. Decide entonces dedicar sus esfuerzos a concienciar sobre la situación de la clase obrera,  antes de que se gestaran y publicaran las ideas de Marx y Engels en el Manifiesto Comunista.

De vuelta a Francia, emprende una campaña a favor de la emancipación de la mujer, los derechos de los trabajadores y en contra de la pena de muerte.

A la vez, lucha por separarse  legalmente de su marido (seguían casados) y por obtener la custodia de sus hijos. Cuando lo consigue, André Chazal intenta asesinarla, disparándole en plena calle y dejándola malherida.  Además de este delito, fue acusado también de intentar violar a su hija Aline. Por todo ello fue condenado a 20 años de trabajos forzosos.

Dentro de su lucha por avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria, publica un  programa socialista en L’Union Ouvrière (La Unión Obrera). Ahí defiende la necesidad de una reforma social que favorezca a la clase proletaria, reivindica la unidad universal de los trabajadores y hace un llamamiento para que se organicen. También  defiende que la emancipación de los trabajadores debe ir unida a la emancipación de la mujer.   Fue la creadora del lema  ¡Proletarios del mundo, uníos!

Se convierte así en la primera mujer en defender el socialismo y la lucha de los trabajadores. Karl Marx la reconoció como precursora y sus libros formaron parte de su biblioteca personal.  En el texto La Sagrada Familia (escrito por Karl Marx y Friedrich Engels) es elogiada como feminista comunista.

Escritora

Flora escribió diversas obras políticas y literarias.  Peregrinaciones de una paria permite conocer, desde una perspectiva personal, los comienzos de la república peruana, cuyas costumbres analiza y condena con detalle. En  Paseos en Londres critica a la civilización británica, por su vergonzoso número de “desheredados y explotados”.  En La emancipación de la mujer critica ferozmente la inferioridad de la mujer en el matrimonio y ataca el conservadurismo social. Es un ensayo pionero del pensamiento feminista.  En Mephis el protagonista es una combinación del Mesías y Mefistófeles.

Muere en Burdeos en 1844 víctima del tifus, mientras recorría Francia explicando y difundiendo sus ideas revolucionarias. Tenía 41 años.

Socialista utópica y feminista marxista

Sus ideas feministas proceden de la Ilustración;  de considerar que todos los seres humanos nacemos libres, iguales y con los mismos derechos. Pero a su feminismo le añade una vertiente social de lucha de clases. Esto dará lugar al feminismo marxista.

Influida por el «socialismo utópico», afirmó que «todas las desgracias del mundo provienen del olvido y el desprecio que hasta hoy se ha hecho de los derechos naturales e imprescriptibles del ser mujer».   Educar bien a la mujer (obrera) -defendía- era el principio para la mejora intelectual, moral y material de la clase obrera. Como buena «socialista utópica», confiaba en el poder de la educación y, como feminista, exigía que las mujeres tuvieran derecho a ella. La educación racional de las mujeres -aseguraba- depende de  su emancipación de los varones, tal como sigue apareciendo en los idearios de algunos de los actuales movimientos feministas.

“Entre los países más avanzados, no hay ninguno en el que no exista sufrimiento por la opresión legal: los campesinos en Rusia, los judíos en Roma, los marineros en Inglaterra…, las mujeres en todas partes.”

Más información, en:  Wikipedia, Mujeres en red, Diario.es,