Henrietta nació en Lancaster (Massachusetts, EE.UU.) en 1868. Era hija de un ministro de la iglesia congregacional (George Roswell Leavitt).

Durante su estudios, destacó por sus conocimientos de griego clásico, bellas artes, filosofía, geometría analítica y cálculo. Hasta su cuarto año de universidad no hizo ningún curso de astronomía. A los 20 años se graduó en la universidad de Oberlin (1888) y a los 24 en Radcliffe (1892), la universidad para mujeres asociada a Harvard.

Cuando terminó, viajó por América y Europa, pero poco después una enfermedad le produjo una sordera casi total que le duraría toda la vida y que le hizo vivir para siempre en ”el silencio del universo”.

Calculadora de Harvard

Por aquel entonces Harvard contaba con un grupo de mujeres que colaboraban con el observatorio astronómico, realizando actividades de observación y cálculo, para medir el brillo de las estrellas y elaborar un catálogo. Entre otras tareas, examinaban miles de placas fotográficas, ya que a la mujer no se le permitía trabajar con telescopios. Era un trabajo poco reconocido y apenas pagado. Y eran los supervisores quienes se llevaban el mérito de los posibles descubrimientos y deducciones. Aun así, Henrietta decidió apuntarse como voluntaria en este grupo de “calculadoras” o “computadoras de Harvard”, como eran llamadas.

Poseedora de una mente analítica y curiosa, Henrietta pronto se ganó una excelente reputación entre los astrónomos. No se limitaba a trabajar de forma mecánica y repetitiva, sino que volcaba su inteligencia y su capacidad de análisis. Fue descrita como “la mejor mente del observatorio”. Y parte de su trabajo fue “apropiado” o utilizado por sus jefes: Edward Pickering y Edwin Hubble.

Consiguió ser contratada y convertirse, por tanto, en miembro permanente del Harvard College Observatoy. Dirigía el departamento de Fotometría fotográfica estelar. Pickering le asignó el estudio de las estrellas variables, cuya luminosidad varía con el tiempo. Trabajaba siete horas diarias durante seis días semanales, por 25 centavos la hora.

Estrellas variables en las Nubes de Magallanes

En 1904 descubrió 152 variables en la Nube Mayor de Magallanes y 59 en la Menor. Un año después, identificó 843 nuevas variables en la Nube Menor.

A la vez, el análisis de miles de placas fotográficas le hizo darse cuenta de que había un patrón en el comportamiento de un grupo de estrellas variables de la constelación de Cefeo: las Cefeidas.  En 1912 se publicó un pequeño ensayo firmado por Pickering y en el que afortunadamente se la mencionaba Periodos de 25 estrellas variables en la nueve de Magallanes. El estudio, basado en su trabajo, explicaba que esas estrellas palpitaban con un ritmo regular y que se podía predecir cuándo iban a tener una mayor luminosidad.

Se puede trazar fácilmente una línea recta entre cada una de las dos series de puntos que corresponden a los máximos y a los mínimos. Esto confirma que existe una relación entre el brillo de las variables y sus períodos. Puesto que las variables están probablemente casi a la misma distancia de la Tierra, sus períodos se asocian a su emisión real luz, según lo determinado por su masa, densidad y brillo de la superficie”.

Este patrón, la relación Período-Luminosidad, permitió establecer un método preciso y fácil para medir grandes distancias en el universo, es decir para medir la distancia entre estrellas y galaxias muy lejanas. Un año después consiguió calcular la distancia a algunas Ceféidas. Y en 1918 el tamaño de la Vía Láctea.

Gracias a este descubrimiento, Edwin Hubble, considerado el padre de la cosmología observacional, pudo deducir que el universo no estaba formado solo por nuestra galaxia, sino también por otras muchas que se iban alejando. La expansión del universo de Hubble es el descubrimiento más importante del siglo XX en cosmología. El trabajo de Henrietta también fue utilizado por el astrónomo Harlow Shapley para determinar la forma de nuestra galaxia.

Todavía hoy se sigue usando el patrón de Henrietta, para estudiar las distancias entre las estrellas y otros objetos estelares. Valorar el tamaño de nuestra galaxia y del universo, y la distancia a estrellas lejanas se basan en la observación y deducciones de esta astrónoma discapacitada.

Henrietta descubrió 2.400 nuevas estrellas variables y cuatro supernovas. Y estudió las variables eclipsantes de tipo Algol y los asteroides. Aproximadamente una de cada 10 estrellas variables que conocemos hoy fue estudiada primero por esta científica sorda.

Henrietta no tuvo hijos. Murió de cáncer en 1921. Tenía 53 años. En su testamento legaba todos sus bienes a su madre. Sumado, todo su patrimonio material era de 344,89 dólares.

Nunca recibió ningún premio, ni reconocimiento académico o laboral. Cuatro años después de su muerte, el matemático sueco Gösta Mittag-Leffler, que desconocía su fallecimiento, le envió una carta para proponerla ser nominada al Premio Nobel, por sus trabajos sobre las estrellas variables y los cálculos de las distancias estelares. Como ya había muerto, no pudo ser nominada.

Como homenaje a su trabajo de toda una vida: brillante, discreto y casi oculto, llevan su apellido el cráter lunar Leavitt y el asteroide (5383) Leavitt, y en honor también a las personas sordas que, como ella, han trabajado como astrónomos.

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