En algún sitio he leído que lealtad y compromiso son la carta de presentación de la llamada Generación Baby Boomer. Por eso, a esta generación a la que yo pertenezco, nos afecta tanto que la gente que nos rodea no se comprometa y, sobre todo, se muestre desleal con nosotros porque, aunque seguro que existen excepciones, como en todo, vivimos con especial intensidad que los demás no valoren u olviden de un plumazo todo lo que ha supuesto haber sido leales y comprometidos.

Mucha de la gente que conozco de mi generación y, me atrevo a decir, que esto casi se duplica en el caso de las mujeres, se compromete de tal manera con cualquier proyecto en el que se embarca o les embarcan, en cualquier tema en el que participan, en cualquier oportunidad laboral o profesional…, que algunas han acabado dejándose casi la vida en el intento.

Lealtad y compromiso son valores un poco en desuso actualmente. Basta con mirar a nuestro alrededor. Pero las personas que han vivido fieles a esos principios y han pasado gran parte de su vida poniéndolos en juego y sintiéndose también rodeados de gente leal y comprometida, casi no se imaginan la vida sin ellos.

En mi opinión, la frustración por la falta o el olvido, de un día para otro, de los mismos, ha afectado especialmente a las mujeres y, sobre todo, en el ámbito laboral y profesional, especialmente, donde han visto como, después de años comprometidas con las empresas y entidades en las que han estado, de un día para otro, han borrado casi de un plumazo todo el trabajo que se había hecho.

Pero la buena noticia, es que la realidad demuestra claramente, que las personas con esos valores, han logrado realmente cambiar empresas, organizaciones y entidades de todo tipo y que, aunque a veces se intente ningunear o desmerecer el esfuerzo y la dedicación de toda esa gente, nunca se pueden borrar todas lo realizado y, muchos sabemos que, gracias a lo que se hizo, se han podido cambiar muchas cosas.

Me alegra observar cómo sigue habiendo gente, empresarios, directivos, responsables de organizaciones nacionales o internacionales, que valoran estas cualidades, y no solo las valoran, sino que las consideran imprescindibles entre su personal, y esto, sin necesidad de formarles en técnicas especiales o políticas que desarrollen este tema, simplemente con el sentido común. Todos estos verdaderos empresarios, con la trayectoria y la experiencia de lo vivido, saben aunar e integrar en sus organizaciones todo el talento y la riqueza que supone tener ese tipo de personas y que estas pertenezcan a diferentes generaciones.

Ahora sí que puedo decir, sin miedo a equivocarme, que la organizaciones que valoran a estas personas que, valga la redundancia, poseen estos valores, sin importarles la edad que tengan y que, como leiv motiv de su forma de actuar y comportarse, lo promueven,  son las que logran mantenerse.

Parece que empiezan a cambiar algunas cosas y que empieza a haber entidades que buscan también Baby Boomers que, de forma especial, siguen y cuidan de esos principios, para llevar sus proyectos adelante.

Estas sí que son verdaderamente las entidades dignas de mención y protección.