Si hay algo en esta crisis a lo que no consigo acostumbrarme es al uso de la mascarilla, tanto por mi parte como por la del resto de la población. Sé que estoy frivolizando un poco. Es evidente que están ocurriendo cosas infinitamente más dramáticas y preocupantes, pero es cierto que no me acostumbro a salir a la calle y a ver a todo el mundo con la cara tapada; sin rostro. Me parece siniestro, como de película de ciencia ficción. Y qué decir de mi propia mascarilla; me impide respirar bien, me molesta en las orejas, me agobia,… vamos, que no consigo olvidarme en ningún momento de que la llevo puesta. Quizá esto me pasa porque no se me ocurre salir a la calle sin ella.  Soy una firme defensora de su utilización, tanto por la protección colectiva como por la mía propia.

Ahora bien, con toda la información que nos llega sobre ellas, muchas veces tendenciosa, tengo un poco de lío sobre cúal es mejor usar, durante cuanto tiempo, etc. Por esta razón, he hecho un poco de investigación para tratar de resolver dudas. Os cuento lo que he averiguado.

Tipos

En principio podríamos dividirlas en dos grandes grupos: certificadas, aquellas que se fabrican siguiendo unos estándares de calidad certificados, y las caseras, las que nos hacemos con un trozo de tela de algodón en casa, y que están muy bien cuando no tenemos de las primeras.

Mascarillas certificadas

Hay de tres tipos: higiénicas, quirúrgicas y autofiltrantes.

Las mascarillas higiénicas, que son las que se repartieron en las estaciones de metro el primer día que se obligó su utilización en el transporte público, no están diseñadas para “proteger de ningún riesgo”, por lo que no se recomienda su uso en “situaciones que impliquen exposición a agentes peligrosos”, tal y como indica el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. “El objetivo de su empleo es intentar reducir el riesgo de transmisión del virus desde la boca y la nariz del usuario no enfermo o asintomático” según explica el Consejo General de Colegios Farmacéuticos (CGCF), aunque siempre como “medida complementaria a otras“. Hay dos tipos de mascarillas higiénicas:

Mascarillas higiénicas no reutilizables: son las que se rigen por la especificación UNE 0064-1 y UNE 0064-2, la primera para adultos y la segunda para niños. En este caso, su propio nombre lo indica: son de un solo uso.

Mascarillas higiénicas reutilizables: son las que se rigen por la especificación UNE 0065 y existen tanto para adultos como para niños. Recomendadas por Sanidad para minimizar el contagio, son un tipo de mascarillas que se pueden fabricar en casa siempre y cuando se siga la especificación UNE0065. Si las hemos adquirido en un establecimiento, en su etiquetado debería indicar si son reutilizables o no.

El Ministerio de Sanidad ha dado una serie de recomendaciones para limpiar las mascarillas higiénicas reutilizables. Se proponen tres métodos. El primero es lavar y desinfectar las mascarillas con detergente normal y agua entre 60 y 90º (ciclo normal de lavadora). Otra opción es sumergir las mascarillas en una disolución de lejía 1:50 (20 ml de lejía, 980 ml de agua) con agua tibia durante 30 minutos y lavar, posteriormente, con agua y jabón. Por último, se pueden usar cualquiera de los productos virucidas autorizados por el Ministerio de Sanidad para uso ambiental y tras ello, el lavado de la mascarilla con agua y jabón para eliminar cualquier resto químico.

Otra información interesante es que el Ministerio de Industria ha informado de que las mascarillas higiénicas tienen una duración máxima de ocho horas de uso.

Las mascarillas quirúrgicas son productos sanitarios que se utilizan en cirugías y otros procedimientos. Pueden ser planas o plisadas. Protegen más al resto de personas que a quien la lleva puesta, pues ejercen básicamente de barrera al estornudar o toser, para evitar la emisión de gotículas respiratorias con posibles microorganismos “de dentro a fuera”. Por tanto, no son efectivas para prevenir el contagio. Son adecuadas para ser usadas por personas con síntomas de infección, para evitar contagiar, y también por la población general. Son también  el tipo de mascarilla utilizada por el personal sanitario o sociosanitario, que acompaña a estos pacientes a las zonas de aislamiento.

Las mascarillas quirúrgicas se deberían desechar cada vez que se humedecen o cada cuatro horas. No se pueden lavar ni higienizar ya que el material se podría deteriorar, perdiendo su efectividad.

Las mascarillas autofiltrantes FFP2, FFP3 (o bien mascarillas con otras nomenclaturas como N95, KN95, KF94…): contienen un filtro de micropartículas, gracias al cual pueden proteger “de fuera hacia dentro” en distintos grados. Su finalidad es proteger al usuario frente a la inhalación de contaminantes ambientales,  tales como agentes patógenos, agentes químicos, antibióticos, citostáticos, etc. Son las recomendadas para el personal sanitario o personas que estén en contacto directo con infectados  por coronavirus. Las mascarillas autofiltrantes se rigen bajo la normativa europea UNE-EN 149 y se clasifican en base a su rendimiento en: FFP1, tienen una eficacia de filtración mínima del 78%; FFP2, tienen un eficacia de filtración mínima del 92%; y FFP3, tienen una eficacia de filtración mínima del 98%.

En América tienen otra nomenclatura y el equivalente es la N95 que filtra el 95%. Las mascarillas que ha regalado la Comunidad de Madrid son KN95.

Las mascarillas autofiltrantes pueden tener o no una válvula de exhalación para reducir la humedad dentro de la mascarilla, proporcionando una mayor comodidad al usuario y ofreciendo la sensación de una menor resistencia respiratoria. Las mascarillas autofiltrantes con válvula filtran la entrada de aire pero no la emisión de respiración y partículas por lo que el usuario está protegido pero no el resto. Por esta razón la OCU desaconseja su utilización.

Las mascarillas FFP2 y FFP3 se pueden reutilizar si llevan la indicación R. Si pone NR significa que no son reutilizables. Sin embargo ante la escasez (y precio) de este tipo de mascarillas, algunos centros de investigación estadounidenses, entre otros la Universidad de Stanford, la de Harvard o el MIT, han elaborado una guía sobre la desinfección de mascarillas N95, dejando claro que reutilizar una mascarilla pensada para un solo uso no es lo ideal y que no respaldan ningún procedimiento en concreto. Pues bien, según los resultados publicados por esta iniciativa, existen dos métodos caseros para desinfectar las mascarillas N95 o FFP2 (además de otros que solo se pueden llevar a cabo en laboratorios). Por un lado se puede meter la mascarilla en el horno con ventilador a 75 grados durante 30 minutos. O bien calentarla al vapor sobre agua hirviendo durante 10 minutos. Aunque los expertos advierten que tras este proceso la mascarilla puede que no se ajuste como antes.

Marián García, Boticaria García, farmacéutica y divulgadora científica que ha comentado la información publicada por esta iniciativa en una entrada de su blog, comenta que “la desinfección por aplicación de calor a 75 grados durante 30 minutos parece una buena opción pero no es perfecta: aunque no afecte a la capacidad de filtrado sí puede afectar a la manera en que se ajuste la mascarilla, suponiendo esto también una merma en su eficacia“. Aunque también da el siguiente consejo: “Si solo usamos la mascarilla una vez a la semana para ir a la compra, quizá, en vez de estar enredando y haciendo mascarillas al vapor sería más conveniente guardarla en una bolsa cerrada hasta su próximo uso. La posible carga viral en las superficies disminuye con el tiempo”.

Según indican desde la Asociación Madrileña de Salud Pública, las mascarillas FFP2 normales no reutilizables tienen un uso máximo de 40 horas. Eso sí, también recomiendan que cuando la notes húmeda o sucia, la cambies.

Mascarillas caseras

Tienen un nivel de protección similar al de las mascarillas higiénicas con la ventaja de que se pueden reutilizar. No hay recomendaciones oficiales para desinfectar mascarillas de tela, más allá de tratarlas como a cualquier pieza de tela potencialmente expuesta al virus: lavarlas con agua caliente entre 60 y 90 grados durante al menos 30 minutos y dejarla secar del todo antes de volver a usarlas.