Sarah Margaret Fuller nació en 1810, en Massachusetts (EE.UU.) Hija de un jurista, recibió -por voluntad de su padre- una educación estricta, orientada al estudio y muy alejada de los estereotipos de formación femenina de la época.  Se convirtió en una lectora apasionada, con curiosidad e inquietudes para intentar cambiar aquello que consideraba obsoleto o injusto, entre otras cosas el limitado papel que la sociedad otorgaba a la mujer.

Cuando tenía siete años, su padre fue elegido miembro del Congreso de EE.UU.  Esto obligó a la familia a vivir  entre Massachusetts y Washington. En 1819 ingresó en el Port School de Cambridge y dos años más tarde en el Liceo para jovencitas de Boston.

Cuando tenía 25 años, su padre fallece de cólera y la familia se queda en una situación difícil. Para ayudar a su madre y sus hermanos, era la hija mayor, Margaret empieza a trabajar como maestra en una escuela de Boston y posteriormente en otra de Providence.

Trascendentalista

Allí conoció a Ralph Waldo Emerson, un filósofo y poeta, líder de un movimiento espiritual, el Trascendentalismo, que proponía una vía intuitiva para acercarse a Dios, basada en la conciencia individual y sin necesidad de mediadores.  Margaret se interesó en su filosofía y participó junto al propio Emerson en la fundación de un centro de ese movimiento en Concord (Massachusetts). Allí participaba también Louisa May Alcott, autora, entre otras populares obras, de Mujercitas.

Periodista

A los 29 años fue contratada como editora del periódico trascendentalista The Dial. Aquí publicó una serie de artículos relacionados con los derechos de la mujer, su situación social, la necesidad de cambiar la desigualdad de las relaciones entre sexos, la necesaria independencia económica de la mujer… Y empezó a organizar grupos de debate para mujeres, en los que también se hablaba sobre arte, educación y derechos. Esos artículos dieron lugar al libro Woman in the Nineteenth Century (Las mujeres en el siglo XIX).  Con esta obra pasó a ser un referente para los movimientos en defensa de los derechos de las mujeres.
Cuatro años después, se traslada a Nueva York para trabajar en el New York Tribune, junto a Horace Greley. Su responsabilidad era la crítica literaria.  Se convierte así en la primera mujer en conseguir un contrato en la redacción de un periódico y además de un periódico importante.

Margaret abogaba por la reforma de muchos aspectos de la sociedad, entre otros de las cárceles. En 1844,  entrevistó a varias presas, la mayoría prostitutas, para dar a conocer su situación e incluso pasó una noche en una prisión. También  se interesó por las personas sin hogar y por las que vivían  en pobreza extrema, sobre todo en Nueva York.

Tras sus viajes por el oeste de EE.UU., se dio cuenta  de que el hombre blanco trataba injustamente a los nativos norteamericanos. Apoyó los derechos de los afroamericanos, escribiendo sobre “este cáncer de la esclavitud“.  Afirmó que los que se consideraban abolicionistas debían seguir el mismo razonamiento sobre los derechos de las mujeres: “Ser amigo de los Negros implica creer que un hombre no puede dominar a otro en esclavitud. Ser amigo de la Mujer es darse cuenta de que el hombre no puede, por derecho, imponer restricciones a la mujer “.

Corresponsal en el extranjero

El New York Tribune la envió como corresponsal a Europa, principalmente a Inglaterra e Italia. Fue la primera corresponsal en el extranjero.  En los cuatro años siguientes, publicó 37 artículos.  Entrevistó a escritores como George Sand, Thomas Carlyle y posteriormente a Elizabeth Barrett Browning. Y  contó de primera mano la revolución italiana. Tanto Sand como Carlyle constituyeron para Margaret una decepción por su suavidad política. George Sand, por ejemplo, argumentaba que las mujeres todavía no estaban preparadas para votar ni para ocupar cargos políticos, por lo que había decidido no presentarse para la Asamblea Nacional Francesa. 

En Inglaterra, trató con el revolucionario exiliado Giuseppe Mazzini. Y conoció a su colaborador Giovanni Angelo Ossoli, un marqués desheredado por su familia debido a su apoyo a Mazzini para proclamar la república romana y abogar por la reunificación. Margaret y Giovanni se enamoraron y se trasladaron a Florencia. Margaret tenía 37 años y Giovanni 26. La diferencia de religiones (protestante y católico) ha sembrado  entre sus biógrafos la duda de si al final llegaron  a casarse formalmente. Un año después nació su hijo Angelo Eugene Philip Ossoli.  Mientras él luchaba, Margaret dirigía como voluntaria un hospital. 

Tras la derrota, decidieron salir de Italia y mudarse a EE. UU.  El viaje duró cinco semanas, a bordo de un carguero mercante que transportaba principalmente mármol de Carrara. El capitán del barco, Seth Hasty, murió de viruela. Tal vez por la inexperiencia del nuevo capitán, el barco chocó contra un banco de arena muy cerca de Nueva York y se hundió. Margaret, Giovanni y el pequeño Angelo murieron.  La periodista tenía 40 años.

Con el nafragio desapareció un manuscrito  sobre la historia de la República Romana y otros escritos. Su obra fue publicada póstumamente por su hermano Arthur: At home and Abroad (1856) y Live Without and Life Within (1858).

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