María Bonaparte fue una psicoanalista y escritora francesa, discípula y protectora de Sigmund Freud, experta en sexualidad femenina,  y princesa de Grecia y Dinamarca.

Nació en Saint-Cloud, (Île-de-France) en 1882.  Heredera de la dinastía y la fortuna de los Bonaparte, su padre fue el príncipe Roland Napoleón Bonaparte. Era, por tanto, sobrina bisnieta de Napoleón.

Su madre, heredera también de una de las mayores fortunas de Mónaco,  sufrió una trombosis pocos días después de su nacimiento y murió.  Esta tragedia condicionó la infancia de María, que creció en un ambiente emocionalmente frío. Fue criada por su padre,  quien se ocupaba principalmente de sus investigaciones como geógrafo y antropólogo y poco de su hija,  y por su abuela paterna, una mujer rígida y deseosa de fama.

María, muy curiosa y activa intelectualmente,  estudió, por influencia de su padre:  matemáticas, física y fisiología.

A los 25 años  se casó con el príncipe Jorge de Grecia, lo que la convirtió en la Princesa María de Grecia y de Dinamarca.

Jorge,  el segundo hijo de los monarcas helenos, era un soltero recalcitrante que, a los 37 años, no había mostrado interés por formar una familia. Sin embargo, era consciente de que, por su posición, debía engendrar descendientes. Así que, a pesar de que era homosexual, cuando le presentaron a María, la pretendió y se casó con ella.  Convencida por su padre de que se trataba de un excelente partido, María describió a su pretendiente como: “Elegante, rubio, con un largo bigote rubio como el de su padre, nariz recta y ojos de un azul cielo que sonríen. Poco pelo…,  pero ¿qué importa? Es hermoso y parece tan bueno…  Además, parece que sufre un poco, lo cual lo hace aún más tierno”.

Aunque desde el principio se dio cuenta de que no tenían casi nada en común, parece que  se enamoró de Jorge. Y aunque tampoco le gustaba dejar su vida en París para mudarse a Atenas y Chipre, donde él desempeñaba un cargo político,  aceptó.

En la noche de bodas, su marido, que mantenía desde hacía tiempo un intenso romance con su tío, el príncipe Valdemar de Dinamarca,  le explicó:  “Odio hacer esto tanto como tú, pero tenemos que hacerlo si queremos tener hijos”.  Tuvieron dos: el príncipe Pedro de Grecia y la princesa Eugenia de Grecia.  Aunque como mujer jamás fue amada por su marido, María sintió afecto por él y, a pesar de los prejuicios de la época contra su orientación sexual, lo respetó tal cual era. Y buscó discretamente el amor en otros.

Generosa, atractiva y con una personalidad fuerte,  fue uno de los miembros más queridos y populares de la familia real griega.

Frígida

María era sexualmente frígida. Aun así, mantuvo  relaciones sentimentales con el primer ministro francés Aristide Briand y con un discípulo de Sigmund Freud, Rudolf Loewenstein. Siempre afirmó que esas historias no pasaron de lo platónico, pues prefería el intelecto al cuerpo.

Para intentar disfrutar de su sexualidad, se sometió a una operación para que su clítoris estuviera más cerca de la vagina. Un estudio con 243 mujeres había mostrado que las mujeres que tenían el clítoris cerca de sus vaginas alcanzaban fácilmente el orgasmo durante el coito. Pero en su caso, no ocurrió.  Loewenstein entonces le recomendó tratarse con el propio Freud, el neurólogo y padre del psicoanálisis.

Psicoanalista

Freud comenzó con ella una intensa terapia en la que exploraron su psique. A través de las sesiones de psicoanálisis, María descubrió  que de niña había sido testigo de cómo el hermanastro de su padre abusaba de una doncella, a la que narcotizó para someterla. Este hecho la habría traumatizado de forma inconsciente y sería una de las causas de su insatisfacción.

A partir de ahí,  María se apasionó por el psicoanálisis, ciencia a la que dedicó su vida y que le llevó a desatender ocasionalmente a sus hijos.  Volcó su energía y su inteligencia en el estudio para convertirse en psicoanalista, actividad que ejerció hasta su muerte en 1962.  

Pero hizo mucho más. Con su riqueza contribuyó a la popularidad de esa joven ciencia. Apoyó económicamente a Freud,  lo protegió  y le ayudó a escapar de la Alemania nazi, cuando fue perseguido por su origen judío. Esta historia se narra en la película Princesa Marie (2004), dirigida por Benoît Jacquot y protagonizada por Catherine Deneuve, en el papel de Marie Bonaparte, y Heinz Bennet, como Freud.

Movida por un espíritu humanitario, utilizó parte de su fortuna para ayudar a rescatar a más de 200 familias judías, a las que salvó de morir por los nazis. Aunque lo intentó, sin embargo no tuvo éxito con las hermanas de Freud, que murieron en campos de exterminio.

Financió las exploraciones antropológicas de Géza Róheim y la primera traducción de las obras completas de Freud al inglés, que realizó  James Strachey  (la Standard Edition). Conservó la correspondencia entre Freud y  Wilhelm Fliess (a pesar de que el primero pidió  que fuera destruida)…

Fundadora de la Sociedad Psicoanalista de París

Fue una de los doce miembros fundadores de la Societé Psychanalytique de Paris (SPP)  y de la Revue française de psychanalyse  (Revista francesa de psicoanálisis).

Escritora

Cuando terminó  la Primera Guerra Mundial, la pareja se instaló en París y ahí publicó su primera obra: “Guerras militares y guerras sociales”, un análisis sobre las repercusiones de la guerra en los patrones de comportamiento de las sociedades.  Posteriormente escribió numerosos libros sobre psicoanálisis, especializándose sobre todo en el sexo femenino: Feminine Sexuality, The Life and Works of Edgar Allan Poe: A Psycho-analytic Interpretation, Psychanalyse et anthropologie, Les Glauques aventures de Flyda des Mers…

La sexualidad femenina

María estudió los elementos que condicionan la sexualidad de la mujer.  Pensaba que la naturaleza no ha creado a la mujer exclusivamente como tal, sino que tiene un componente viril que ella llamaba “la condición bisexual de la mujer”. Las figuras exteriores: padre, madre, hermanos…  establecen la condición futura de la mujer. Esto le ha originado una especie de inadaptación en su funcionamiento erótico.

La gran pregunta que nunca recibe respuesta y que no estoy capacitado para responder, a pesar de mis treinta años de estudios sobre el alma femenina, es: ¿qué desea una mujer?  Sigmund Freud.”

En  1953, María y su marido representaron a Grecia en la coronación de la reina Isabel II del Reino Unido. María era tía del duque de Edimburgo, esposo de la nueva reina británica, y también tía abuela de la reina Sofía de España.

Tras las fiestas de la Coronación, María bromeó sobre la conveniencia de psicoanalizar al señor que estaba sentado a su lado, y que, con su cháchara,  los entretuvo durante la larga ceremonia. Se trataba de François Mitterrand, quien veintiocho años más tarde  sería presidente de la República Francesa.

El paso de los años, los vaivenes históricos y el respeto mutuo mantuvieron cordialmente unidos a María y a su esposo, en un matrimonio que duró 50 años. Fueron buenos amigos y estuvieron juntos hasta el final  La princesa construyó una casa para que el príncipe  pudiera convivir y recibir las visitas de Valdemar, su gran amor.  Su muerte  le sumió  en una fuerte depresión.    Cuando años más tarde Jorge de Grecia murió, fue enterrado en el palacio real de Tatoi, cerca de Atenas,  con tierra llevada desde la casa de Valdemar, en Dinamarca. “Pusimos en su féretro dos pequeñas banderas de esmalte, una griega y una danesa; su alianza, unos cabellos de Valdemar y la foto de Valdemar entre sus manos”.

María murió de leucemia en  Saint-Tropez, en 1962. Tenía 80 años.  Sus cenizas se esparcieron  en la tumba de su marido en Tatoi.

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