Ogino Ginko, víctima y paciente de una situación injusta, luchó con férrea determinación por sus ideales,  convicciones y objetivos, el primero la salud integral de la mujer.

Nació en 1851 en la provincia de Musashi, en lo que  hoy es la ciudad de Kumagaya, en Japón. Era la hija menor de una familia campesina acomodada y tradicional, que, desde hacía varias generaciones, ejercía la jefatura de la aldea.  Desde niña manifestó curiosidad intelectual,  avidez por la lectura y tozudez, características no especialmente valoradas en la mujer, dentro de la sociedad misógina y casi feudal en la que nació.

Siguiendo la decisión que habían acordado sus padres y futuros suegros, a los 16 años se casó, en un matrimonio concertado,  con Kanichiro Inamura,  primogénito del director del Ashikaga Bank y perteneciente a una de las familias más ricas y respetadas de la zona.

Enferma

Su marido le contagia la gonorrea y ella decide abandonarlo.  Muy debilitada y enferma, regresa a casa de sus padres. Para preservar la reputación de las dos familias, acuerdan el divorcio argumentando la esterilidad de Ginko.  Los Ogino se sentían humillados por tener una hija divorciada y afectada por la enfermedad de las prostitutas. Y los Inamura se avergonzaban, aunque en su caso no era público,  por tener un hijo portador de gonorrea sin haberlo revelado antes del matrimonio.

En esa época, esta enfermedad era incurable con los métodos de la medicina tradicional japonesa. El gobierno de Japón (gobierno Meiji 1868-1912) estaba empezando a adoptar los conocimientos científicos de Occidente. En medicina, se empezaron a sustituir los remedios basados exclusivamente en plantas, en favor de la medicina occidental.

Tras el  agravamiento de su enfermedad, Ginko se traslada a Tokio e ingresa en el Hospital Universitario Juntendo, para ser tratada con medicina occidental.

Durante todo ese tiempo, Ginko vivió el rechazo social y la marginación por su condición de divorciada y por padecer una enfermedad venérea.  Y tuvo que pasar por la humillación de ser tratada por médicos varones, los únicos autorizados para ejercer la medicina occidental, como paciente de una enfermedad “vergonzosa e íntima“.

Su dura experiencia la decidió a estudiar medicina, y así poder ayudar a otras mujeres con el mismo problema.

Primera japonesa médico de medicina occidental

En 1875 se matriculó en la Escuela Normal Superior Femenina de Tokio (hoy Universidad Femenina de Ochanomizú). Tenía 24 años. Se graduó con honores en 1879. A continuación, y a pesar de los muchos obstáculos que le pusieron, ingresó en la Escuela de Medicina de Juntendo. Por esta institución privada solo habían pasado estudiantes varones. Ginko se enfrentó a los prejuicios, discriminación e insultos de parte de sus compañeros. Por fin, y con excelentes calificaciones, se graduó como médica, en 1882.  Tenía 31 años.

Por entonces, había añadido al nombre asignado por sus padres Gin (吟), un nuevo carácter   Ginko (吟子). Adoptó esta decisión como rechazo a la costumbre de poner a las hijas nombres cortos para simplificar el modo de llamarlas, cuando se les daba órdenes.

Pero las dificultades continuaron. Justo entonces, el gobierno decretó la obligación para todo aquel que quisiera ejercer la medicina de presentarse a otro examen de licenciatura, y solo los que lo aprobaran podrían practicarla. Ginko fue la primera mujer en solicitar autorización. Mientras tanto, sobrevivía  dando clases particulares. Después de numerosas peticiones, finalmente se le permitió examinarse. En 1885, a los 34 años, se convirtió en la primera mujer médica titulada por el gobierno japonés.

Con todos los títulos necesarios, abrió una clínica de Ginecología y Obstetricia en Yushima, donde atendió a numerosas mujeres trabajando de sol a sol. A pesar de su sexo, consiguió el respeto y admiración de la comunidad.

Cristiana y utópica

En esa época, se convirtió al cristianismo  y decidió ingresar en la Unión Cristiana Femenina de la Templanza (WCTU). Combinaba su trabajo como médica, ayudando a mujeres de todas las clases sociales, con charlas didácticas sobre buenas costumbres. Uno de sus caballos de batalla fue la lucha para erradicar la prostitución,  el origen en su opinión de  muchas enfermedades, no solo venéreas.  A la vez era docente en la Escuela Femenina de Meiji Gakuin.

A los 39 años se casó con Yukiyoshi Shikata, un clérigo protestante cuyo sueño era crear una comunidad cristiana utópica.  Su familia y todos sus conocidos se opusieron radicalmente,  por ser él de condición social inferior a la suya y 13 años menor.  

El matrimonio, lleno de idealismo y sueños, se trasladó a Hokkaido,  una tierra casi desértica donde Yukiyoshi quería fundar  una comunidad espiritual de fieles cristianos, la colonia de Hokkaido.  Allí  vivieron una existencia  de austeridad y generosidad. La pareja adoptó a Tomi, hija de la hermana de Yukiyoshi. Ginko la había asistido en un parto difícil del que murió a los dos meses de dar a luz. 

La experiencia comunitaria no logró salir adelante. Ginko entonces decidió abrir una clínica de ginecología y pediatría en Setana. También fundó la Sociedad de Virtudes Femeninas, y daba charlas  de medicina preventiva sobre higiene y curación de heridas.

En 1905 muere su esposo de neumonía a los 41 años. Un año después Ginko regresa a Tokio con Tomi. Allí dirigió de nuevo un hospital, y siguió ejerciendo la medicina y ayudando a mujeres hasta el día de su muerte.

Murió en 1913. Tenía  arteriosclerosis y 62 años.

Más información, en Mujeres que hacen la historia, Modern Japanese historical figures, análisis biográfico de Ginko Oginomujeres con ciencia y en Wikipedia.