Llevo practicando pilates, en períodos intermitentes, desde hace mucho tiempo. Empecé cuando casi se estrenaba en Madrid y los bonos estaban a precio de oro. Hoy hay muchos sitios y posibilidades. Yo lo sigo practicando porque me gusta, me mantiene en forma, me libera mentalmente y me evita dolores de espalda.

 

Un día, en el estudio al que asisto, mi profesor me dijo una frase que me hizo muchísima gracia: “qué sunnamed-10uerte vivir en un constante verano”. Se refería al hecho de que siempre tengo calor, sobre todo cuando me meto en la harina de las clases. Da igual que sea invierno o verano, mientras que él, en el lado opuesto, siempre tiene frío y teme cogerse un tremebundo trancazo si simplemente le da un aire. Con la confianza que ya nos tenemos, poner o quitar el aire acondicionado, poner o quitar la calefacción, abrir o no un poco las ventanas… origina un constante tira y afloja durante las clases.

 

De un tiempo a esta parte, se podría decir que vivo en un constante verano. Observo, como habréis observado vosotras, que en esta edad media  nuestra temperatura corporal aumenta considerablemente. Prácticamente hemos tenido que prescindir de aquellos jerséis de lana que tanto nos gustaban y que ya no nos ponemos, salvo que hagamos un viaje a San Petersburgo, Anchorage o Laponia. Después, cuando pasen más años y sin solución de continuidad, cuando seamos unas adorables o gruñonas viejecitas…, pasaremos al invierno y tendremos siempre frío.  “Bastante equilibradas somos con todos los avatares y cambios que se producen en nuestro cuerpo“.

 

Y el otoño y la primavera ¿dónde están? Se quedaron en nuestra infancia y nuestra juventud, que ahora, vistas con la perspectiva de los años, duraron tan poco como duran esas estaciones meteorológicamente.

 

¿No pensáis que sí, que se podría decir que en esta época de nuestra vida vivimos en un constante verano, significando que todo florece y acaba de fructificar? ¿Acaso no es  el momento en el que estamos más plenas, lúcidas y perspicaces en miles de cosas? Pues eso, aprovechemos y disfrutemos de nuestro constante verano, aunque, como toda estación, también nos origine pequeños sinsabores.