¡Pierde el miedo a la tecnología! Aunque a veces te pareca compleja, está a tu alcance. Este es mi primer consejo: Si pierdes el miedo y te atreves, tus dificultades en este apasionante mundo estarán casi casi resueltas.

Pero ¿y… si le doy a una tecla que no debo y me lo cargo? ¿Y si me pide que haga algo y no sé que hacer?… ¿Y si hace lo contrario a lo que esperaba? En estos casos ¿qué hacer? Pues pedir a nuestro hijo, sobrino, nieto, amigo un poco friki, … que nos resuelva las cosas. No me estoy refiriendo a personas mayores. Tengo muchas amigas, jóvenes maduras, que me han pedido que les configure un móvil o una tablet o que les ponga libros en su ebook. Es habitual.

 

Mi sugerencia es: ¡Inténtalo tú sola! ¡Inténtalo! De verdad no pierdes nada.  A no ser que tires el dispositivo por la ventana o que te líes a martillazos de pura desesperacion, nada se va a estropear de forma irreversible. Eso sí, antes de llegar a este punto, llama a tu hijo, sobrino, nieto o amigo friki.

Internet es una fuente de consulta fabulosa en la que se puede encontrar -filtrando con sentido común- todo tipo de información. Casi cualquier duda que te plantees, seguro que se la ha planteado alguien antes que tú y además la habrá preguntado en algún foro. Y con una probabilidad muy alta, alguien habrá respondido y además habrá escrito un tutorial o mejor aún, habrá grabado un vídeo explicativo que habrá colgado en youtube.

Te animo a que cuando tengas ante ti cualquier reto tecnológico, trates primero de resolverlo por ti misma. Empieza con los “manuales de usuario”, si los hay. Si no, escribe tu duda, tal cual, en un buscador de Internet, como Google.  No hace falta que te esfuerces pensando qué poner. Sé clara y directa. Te sorprenderá la cantidad de resultados que obtendrás. Entra en uno o varios, hasta que encuentres aquel que mejor explique y te aclare la forma de resolverlo. Prueba también a buscar tu duda en youtube (www.youtube.com). Te sorprenderá la cantidad de vídeos tutoriales, muchos muy buenos y totalmente divulgativos,  que hay colgados.

Por supuesto que siempre habrá personas como mi padre, lector empedernido, que cuando hace años le regalé un lector de ebooks por Navidad pensando que le hacía el regalo de su vida, con inmenso cariño me lo devolvió, diciéndome: “Quédatelo tú, a mí me harías un desgraciado”.