Hemos estado en un nuevo restaurante, que tiene visos de convertirse en uno de los más visitados de Madrid. Se llama Carbón Negro y está situado en la calle Juan Bravo número 37, donde durante muchos años estuvo la cafetería la Flecha.

El interior es increíble. Al entrar, te encuentras con una serie de mesas altas donde picar algo bastante cómodas. Una gran barra central, en forma de U y, a los lados, mesas bajas, ya para comer. Toda la parte de arriba, con un montón de mesas también para comer, permiten ver la parte central del restaurante. También cuenta con algún saloncito o reservado, para comidas o cenas de grupo.

Carbón Negro ha contratado al chef Gonzalo Armas. Gonzalo fue durante muchos años responsable de Filandón, uno de los mejores restaurantes de Madrid, en un entorno realmente bonito y donde se come fenomenal pero que, para los que vivimos en la ciudad, tiene el inconveniente de que está a las afueras. Hay que ir en coche o taxi, mientras que este está en el centro de Madrid, tema que lo hace mucho más cómodo para bastante gente.

La idea de cocina a la brasa es muy seductora para muchos y doblemente buena idea si este tipo de cocina la haces en un sitio ubicado en el centro de Madrid. La cocina se ubica entre cristales, por lo que puedes ver como se hacen los platos.

Las mesas son cómodas, aunque, la verdad, algunos de los silloncitos, porque vi que había de diferentes tipos, eran excesivamente bajos en relación con las mesas, por lo cual, tuvimos que ponernos un cojín, cosa que nos dijo una de las camareras que hacía mucha gente. Esto, aunque parezca una tontería, es importante en un restaurante de esta categoría e imagino que acabarán cambiándoles.

Como entrantes, tomamos la chistorra de Guikar a la brasa, realmente buenísima, espárragos blancos a la brasa con salsa Romescu deliciosos, la salsa nos encantó, pero ni siquiera haría falta. Media ración de croquetas de jamón y media de txangurro y buñuelos de queso idiazábal, todo delicioso.

Como platos principales degustamos el lenguado a la brasa, muy rico, chuleta de vaca vieja también a la brasa, yo no la probé, pero me dijeron que la carne estaba deliciosa y también probamos el rape a la barriga negra, riquísimo y muy bien preparado.

De postre compartimos, para probarla, tarta de crema de queso, deliciosa, y arroz con leche, también muy bueno. Te lo sirven con un poco de costra en la parte de arriba tipo crema catalana.

Todo ello con cafés o tés, botella de vino y agua rondó los 50 euros por persona.

La experiencia fue estupenda. Todo estaba sabroso, en un entorno agradable, de espacios amplios y con una música de fondo adecuada. El servicio bien organizado y con buen ritmo sirviendo los platos.

Recomendable de todo punto. ¡Os animo!